QUEREMOS PAREDES LAICAS

QUEREMOS PAREDES LAICAS



El día sábado 29, se inauguró en Quito la muestra “La Intimidad es Política”. La velocidad con la que la estructura clerical elevó sus quejas para defender una pared nos sorprendió. El poder católico exigió la censura del “Milagroso Altar Blasfemo” por considerarlo ofensivo[1]. El Municipio de Quito, insultando la inteligencia de los y las quiteñas, asume una falla administrativa como argumento para destruirlo. Ojalá reacciones tan ágiles y eficientes se dieran para evitar el femicidio, para evitar que niñas y mujeres estén obligadas a parir hijos de los violadores o en contra de la discriminación hacia los cuerpos diversos. Nos preguntamos, ¿Será más importante un muro que defender las vidas de las mujeres y niñas?

La complicidad del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito no nos sorprendió, como tampoco nos sorprende el ocultamiento de fragmentos de la Biblia que hacen una verdadera apología del delito en torno a la violencia de género. Destruir esta obra de arte es parte de una tradición inquisitiva, un intento por esconder aquello que a los seguidores de la doble moral católica les molesta. Pero, ¿se olvidó acaso el Municipio que estamos en un Estado LAICO? Estado que SÍ ampara la libertad de creencia. O acaso ¿se olvidó que todo patrimonio cultural también nos pertenece a las mujeres? Ese patrimonio (mal)administrado por el Municipio, que debería ser para tod@s, privilegia la moral católica y no la libertad de expresión. Negar la posibilidad de que en espacios patrimoniales se puedan exponer las diversas formas de pensamiento y expresión es, por supuesto, actuar de manera discriminatoria.

El Milagroso Altar Blasfemo es una obra realizada por un Colectivo de mujeres, un mural que representa desde el arte, con sentido crítico, los significados de una herencia colonial y patriarcal que, como esta censura lo demuestra, aún existe y pesa sobre nuestros pueblos y cuerpos. Herencia que ha trastocado violentamente identidades, usurpando además de paredes la posibilidad de decidir sobre los cuerpos y sus placeres. Este altar cuestiona profundamente al esencialismo binario: mujer y hombre, bueno y malo, blasfemo y puro. Por eso es una vergüenza que la autoridad municipal coincida con una moral pacata que niega miradas críticas y divergentes.

Desde hace más de 200 años ya se usaban las paredes como espacios de resistencia contra ese mismo poder hegemónico que nos quieren imponer ahora. Censurar el uso de la pared -que da al interior del Centro Cultural Metropolitano- es censurar también a Eugenio Espejo, es censurar nuevamente a Manuela Sáenz, es censurar la resistencia anticolonial. Y es ofensivo que el gobierno de la ciudad se preste a satisfacer caprichos de la estructura clerical. Se lo recordamos Alcalde Rodas, que en un Estado laico se debe respetar el espacio público, razón por la que queremos también paredes laicas. Recuerde además que pese a la censura del Altar Blasfemo, éste revivirá muchas veces, como sucede con la ola de la memoria.

Rechazamos la censura y rechazamos categóricamente los intentos de afectar a cualquier funcionaria o funcionario del MDMQ y del Centro Cultural Metropolitano que haya estado vinculados con la exposición de esta obra. Exigimos que se actúe con los principios del Estado LAICO y demandamos -si la obra ya fue alterada antes del cierre de la Exposición- que se realicen los trámites administrativos necesarios para que el “Milagroso Altar Blasfemo” vuelva a ser pintado por sus autoras en el espacio designado originalmente.



Con rebeldía,
Rosa Zárate, degollada por el poder hegemónico.




[1] La CIDH, en el caso La Última Tentación de Cristo (Olmedo Bustos y Otros) Vs. Chile, sentencia de 5 de febrero de 2001,  mencionó que la censura atenta contra el derecho a la información y la posibilidad de formar una opinión

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